¡NO DIGAS NADA!


Se maquilla una desesperanza pintada entre epitafios, 

¡No digas nada! 

mantente dormida al compás de la lluvia.

Sueña viendo la noche y siente el tedio, tedio agridulce.
La sequía, que ahora no son lágrimas, son suspiros que se regocijaban en tu risa. Reemplazaste mi carne a la muerte del verano, te asomaste súbitamente mateniéndote tosco entre sueños, entre sombras correspondidas. Se maquillan los adioses, en tu alma y en mi alma.

¿Recuerdas amor? 
Una palabra casi muerta entre labios, 
y una tristeza alta, muy triste
yo aluciné tu silueta en el cielo. 
Este poema no es mío, no son mías estas anotaciones.
Morí a pedazos en silencio de la media noche.
Inútilmente con la pesadumbre, con los huesos partidos, desgarrados... me doy cuenta amor, que me faltas como el ruido... así de inútil como empezar a leer esto con tu voz sobreviviente. 

Se maquilla la desesperanza con máscaras, con pinceladas de besos, dolidos y muertos 



‘Verónica Rodríguez’

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