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Mostrando entradas de enero, 2015
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SOBRE LOS ENCANTOS A veces la poesía me entierra y me lleva a un plano inferior siempre nuevo, me corta cada cabello, me arranca las uñas y las deja sangrar. Otras veces me consume hasta dejarme sin aire, me ahoga dentro de mí, en mi cuerpo; en esta mente imperfecta e inútil que se digna a pensar. Pero también, esas mismas veces, me lleva a un plano superior dónde la maldad se consume, donde siempre encuentro el consuelo de una mano, que aunque invisible, sabe como sostenerme. -Verónica Rodríguez-
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... Soy un pensamiento efímero; un nombre y otro nombre ya olvidado. Un recuerdo esclavo de ayer y un telón medio abierto de una obra no escrita. Soy las notas de aquel violín sin cuerdas. Soy un verso no escrito en la poesía maldita de aquel mendigo poeta. Soy la palabra ya muerta y una sombra resignada  de promesas. Soy forastera en las constelaciones; Y una estrella temblorosa que fallece en la espera. Soy azul naciente de las montañas y sonido sigiloso en el eco, el último latido del corazón que muere;  la primer sonrisa del recién nacido. Soy un mirar de pestañas negras hacía el horizonte; y una lágrima que cae por las mejillas de la tristeza calcinada. Soy naufraga,  soy vino, soy luz, soy deseo   detrás de mí. Soy quimera  de un poema que se fragmenta metafísicamente. ‘Verónica Rodríguez’
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SU NOMBRE Quisiera aprender a deletrear el tiempo,  esos minutos que me hablan en versos silenciosos  ¡No los escucho!  a responder preguntas que no puedo  y escribir con el humo que sale de mi boca tu nombre; y renacer de los suspiros  de otras bocas que ya me han tocado. ¿Existir?  efímero el tiempo en que existo ahora, las manos que recorren los rincones de mi piel se extinguen como el vapor del tren en el que te fuiste aquella vez.  Quisiera revivir en la distancia pero la distancia es fugaz,  los pasos se hacen largos  hasta el punto de partida  y mis pies ya están cansados de caminarte en el olvido.  ¡Y no queda nada! Quisiera sentenciar mis letras al vacío, y desprender el cielo de mi alma.  Divagar en el océano hasta encontrar tu rostro pintado  en los atardeceres que no hemos vislumbrado. Y rellenar las horas que faltan por besarnos  con otoños dormidos. Y caminar descalza sobre mis pensamientos  socorrerlos a ki