MULTICOLOR
(A Diego Aristizábal Silva)



Aquel azul celeste que iluminaba 
los rincones de tu rostro.
Ese jardín del cielo
en el que las nubes jugaban 
con tu nombre. 
Esa noche en que las flores
susurraban sonrisas
por nuestro encuentro.
El atardecer hacía juego 
con tu hermosa mirada 
multicolor.

Tan sólo tu sonrisa
 intimidaba la mía,
tus manos tan tímidas
como las ardillas,
perdiéndose en el aire, 
el viento azotaba 
súbitamente tus palabras
tan íntimas.

Un beso nos despidió 
el atardecer
dándole paso a la noche
llena de nuevos colores.

Esta noche recuerdo
aquellos momentos azules
culminados 
en atardeceres horizontales. 

Esa sonrisa que hoy te dibuja
me muestra más de lo que ayer
sabía de ti, 
tal vez un suspiro no basta
para que tu recuerdo
permanezca un poco más
de esta humilde noche.

La nube que llevaba tu nombre
danzo aquella noche con la luna,
la luna me dijo el secreto de tu nombre
pues era humano, más no un sueño
pensarte esta noche.
Y aquella alma 
que un día tuve 
se llevó mis sinceras miradas
como las golondrinas
que serpentearon 
entre gaviotas 
y tus iris.
                                                                                    
Este poema que hoy te escribo
no se opaca,
permanecerá intacto en el tiempo
y renacerá cada vez
que de tus labios salga 
un suspiro musitando estas letras
que hoy te buscan.


Verónica Rodríguez

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